Por Carolina
Wild
Suena el
timbre en la Escuela Secundaria República del Paraguay. Los alumnos y alumnas
se acomodan una vez más para tener sus clases de Biología. La profesora prende
el proyector y anuncia: “Vamos a empezar con la currícula sobre ESI”.
Automáticamente, un alumno pregunta: “¿Y qué es ESI?”. “Educación Sexual
Integral, temática de abordaje obligatorio para todos los niveles”, contesta de
manera segura la docente. Murmullo continuo y disperso, risas entre medio y algunos
chascarillos pueblan el aula del colegio de San Miguel de Tucumán.
“De todas formas, no vamos a ver absolutamente nada de lo que ustedes se
imaginan”, anticipa “la profe” a sus alumnos y alumnas de tercer año mientras
adecua el proyector. La secuencia de diapositivas, lejos de representar la
picardía estudiantil, exhibe el célebre “Manual de la Buena Esposa”, de Raquel
Bigorra Pérez.
Al terminar la presentación de las filminas, se dispone una
mesa-debate para
discutir sobre lo que han visto. A algunos de los compañeros, en su mayoría
varones, les parecen bien las imágenes compartidas: mujeres planchando,
lavando, haciendo de comer y criando a sus hijos. “Sí, eso. Todo lo que
cualquier buena esposa debería hacer”.
No obstante, no sólo las chicas se disgustan ante la sesgada percepción.
Otros compañeros exponen que así no debe ser entendida a la mujer, como un
estereotipo mecánico que vive sólo para cumplir ciertos requisitos y actividades
con el fin de ser
calificada.
Así es como
la concatenación de temas que surgen en la efervescencia de la conversación,
deriva en un puntapié investigativo bajo el nombre de “Recorrido histórico en
la lucha de las mujeres contra el pensamiento androcéntrico y por su
incorporación a una vida social plena”, que describe el rol trascendental de la
mujer en los procesos libertarios de construcción de la patria, como fueron los
casos de Juana Azurduy, María Remedios del Valle, Machaca Güemes, Juana Moro de
López, María Loreto Sánchez de Peón de Farías y Alicia Moreau de Justo.
Como conclusión, los jóvenes
comprometidos con la temática pueden corroborar la presencia fundamental de la
mujer en los procesos emancipatorios de nuestro país, así como el
fortalecimiento de la figura de la mujer como protagonista preponderante en
nuestra sociedad.